Ser youtuber es hoy una profesión como cualquier otra.
Implica largas jornadas de trabajo y, en los casos de éxito, también unos ingresos razonables. Existen canales
individuales que generan entre 2.000 y 4.000 euros mensuales e influencers que pueden
llegar a cobrar hasta 9.500 euros por un solo vídeo.
La Agencia Tributaria quiere
tenerlos a todos controlados. En enero dibujó las líneas de actuación de los
inspectores y reservó un espacio para toda aquella actividad económica que tenga lugar en
internet.
Según aclararon en su momento, no se referían solo a gigantes como Amazon,
Google o Facebook, sino también a personas
físicas que sacan un beneficio económico en estas nuevas
plataformas. Así, aquellos que alquilen su piso por días en plataformas como
Airbnb, por ejemplo, tampoco se librarán del control de Hacienda.
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