martes, 3 de junio de 2014

The Order: 1886

     El argumento de The Order: 1886 es sencillo sobre el papel, pero su desarrollo promete ofrecernos mucho que llevarnos a la boca. En él seremos Sir Galahad, también conocido como Grayson, un personaje que lleva siglos y siglos batallando contra criaturas de pesadilla en particular, pero también contra todos los enemigos de la Tabla Redonda en general. ¿La Tabla Redonda? Sí, lo que oyes. A pesar de que el videojuego de Ready at Dawn está ambientado en un Siglo XIX alternativo, lo cierto es que su historia comienza mucho antes. En el siglo XVII, aproximadamente, momento donde la realidad y la historia de la humanidad comienzan a cambiar con respecto a lo que conocemos.

En ese momento el hombre como raza comienza a dividirse genéticamente. Una minoría muta en criaturas irreconocibles, bestiales y peligrosas, mientras que el resto trata de subsistir con miedo y sufriendo sus ataques. Arturo funda entonces la Tabla Redonda, una organización que tiene bastante en común con lo que nosotros conocemos sobre el mito Artúrico, pero que aquí observa algunos cambios. En este plano los caballeros descubren una sustancia que garantiza habilidades y una longevidad extrema para sus vidas, lo que supone que éstos envejecen pero a un ritmo bajísimo lo que les permite servir a la Orden durante siglos y siglos.

El tiempo pasa y llega la revolución industrial a este universo paralelo, y comienza a cambiar su rostro hasta este híbrido de pesadilla que es el que se nos presenta en The Order: 1886.Londres es el telón de fondo escogido, y con enorme maestría los creadores del título han dibujado una ciudad que mezcla mucho de lo que conocemos como capital de Inglaterra, pero también la salpica de abundantes cambios artísticos y arquitectónicos que enriquezcan el conjunto para hacerlo algo único. Hay aeronaves imposibles para aquel momento propulsadas por aire y vapor que sobrevuelan el cielo, hay también abundantes inventos como los que garantizan las comunicaciones y, por si fuera poco, las armas presentan un aspecto a caballo entre lo curioso y lo aterrador, pero siempre con un poderío letal y salvaje.

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